Miami 2 de Julio del 2.010
Nunca se me había ocurrido enviarte una carta anteriormente, en realidad no recuerdo nunca haberlo hecho, pero desde que estoy convencido de que puedes vernos y cuidarnos, no es un mal momento para hacerlo.
Muchos días han pasado desde la última vez que vi tu sonrisa, o haber reído por una de tus bromas, pero el amor se ha mantenido, mejor dicho ha crecido así como mi más profunda admiración y agradecimiento por tantos caminos recorridos, tantas preocupaciones, cariños y alegrías.
Estoy seguro que si de alegrías hablamos ya has visto cuántas he vivido en los últimos años. Aquella chica de la que nunca hablamos, que solo vivía en mis sueños y que de niño siempre pensé, ¿qué pudiera estar haciendo? o ¿en qué parte del planeta se encontraba en ese preciso instante? la encontré lejos de casa aunque por más de 8 años compartimos el mismo colegio. ¿Quién hubiese imaginado?, que cuando helando mis nalgas en el piso del colegio, a la espera de que abrieran el salón, ella caminaba por los mismo pasillos sin siquiera percatarse que yo existía, claro ¿cómo pensar tan improbable teoría?, si cuando yo batallaba a muerte con ecuaciones alienígenas ya ella lucía la Flipper Beige.
El tiempo pasó y cada quien ajeno el uno del otro recorrimos diferentes caminos sin imaginarnos que el destino nos invitaba a compartir mas que fríos salones o excursiones tan esperadas. Y fueron quizá cosas más simples que nos dejó compartir interesantes conversaciones, historias y hasta tareas de traducción de cuadros médicos. Un buen día decidimos compartir las sonrisas y amaneceres. Estoy seguro de que viste todo eso.
Siguieron pasando los meses y mi dulce Anabella y yo decidimos que era momento de su llegada, que aunque muchos piensen imposible tú mismo te encargaste en avisarme que ya era un hecho nuestra amada.
Mi querida Isabella llegó, y con tan sólo pocos meses en el cargo hoy siento lo que tú un día gozabas, la paternidad es carente de calificativos pero rica en emociones y alegrías.
Es hoy papá, que después de tantos años entiendo las preocupaciones y regaños que solo un padre puede enfrentar. Por un momento me alegro y por otros lamento tanto no haber entendido algunas cosas más temprano. Lamento no poder compartir esta alegría de nuestra hija, que escucharas su risa o me dijeras si de verdad es mi misma cara. Que le sacarás el corazón por la boca a Anabella con cada volada por los aires de Isabella en cada una de tus jugadas. Que ella escuchará tus famosos cuentos de cama, que comenzabas llamándonos pitoquitos.
Lamento no haber sido más paciente cuando a la hora de reparaciones en la bomba de agua se trataba. Discúlpame también por haber destrozado el Lancer de Mari, que con tanto esfuerzo le regalaste, pero del cual estoy seguro tu única preocupación fue si yo estaba intacto.
Pero no todo son lamentos, porque sé que desde arriba ves a nuestra amada, disfrutas cada risa y cada pañal que se cambia. Sé que estás muy alegre de que mi Isabella le ha traído tanta alegría a mamá y que tú como ella están orgullosos de mí y de Ana.
Papi, hoy te recuerdo mas que nunca, al cargar a Isabella y tan sólo espero poder ser aunque sea la mitad de buen padre que siempre fuiste sin esperar nada a cambio. Eres una inspiración en mi vida y un motivo para todos. Por eso estoy tranquilo porque se que después de todo no te has perdido de nada, que has visto todo y de seguro hasta te has reido de algunos de mis cambios de pañales.
Sólo puedo decirte, que te extrañno y te quiero mi querido viejo. Y que esta hermosa Isabella conocerá cada una de tus tremenduras y tu noble cara.
Besos y abrazos eternos, de Isabella, Miguel y Ana.
MQ
Nunca se me había ocurrido enviarte una carta anteriormente, en realidad no recuerdo nunca haberlo hecho, pero desde que estoy convencido de que puedes vernos y cuidarnos, no es un mal momento para hacerlo.
Muchos días han pasado desde la última vez que vi tu sonrisa, o haber reído por una de tus bromas, pero el amor se ha mantenido, mejor dicho ha crecido así como mi más profunda admiración y agradecimiento por tantos caminos recorridos, tantas preocupaciones, cariños y alegrías.
Estoy seguro que si de alegrías hablamos ya has visto cuántas he vivido en los últimos años. Aquella chica de la que nunca hablamos, que solo vivía en mis sueños y que de niño siempre pensé, ¿qué pudiera estar haciendo? o ¿en qué parte del planeta se encontraba en ese preciso instante? la encontré lejos de casa aunque por más de 8 años compartimos el mismo colegio. ¿Quién hubiese imaginado?, que cuando helando mis nalgas en el piso del colegio, a la espera de que abrieran el salón, ella caminaba por los mismo pasillos sin siquiera percatarse que yo existía, claro ¿cómo pensar tan improbable teoría?, si cuando yo batallaba a muerte con ecuaciones alienígenas ya ella lucía la Flipper Beige.
El tiempo pasó y cada quien ajeno el uno del otro recorrimos diferentes caminos sin imaginarnos que el destino nos invitaba a compartir mas que fríos salones o excursiones tan esperadas. Y fueron quizá cosas más simples que nos dejó compartir interesantes conversaciones, historias y hasta tareas de traducción de cuadros médicos. Un buen día decidimos compartir las sonrisas y amaneceres. Estoy seguro de que viste todo eso.
Siguieron pasando los meses y mi dulce Anabella y yo decidimos que era momento de su llegada, que aunque muchos piensen imposible tú mismo te encargaste en avisarme que ya era un hecho nuestra amada.
Mi querida Isabella llegó, y con tan sólo pocos meses en el cargo hoy siento lo que tú un día gozabas, la paternidad es carente de calificativos pero rica en emociones y alegrías.
Es hoy papá, que después de tantos años entiendo las preocupaciones y regaños que solo un padre puede enfrentar. Por un momento me alegro y por otros lamento tanto no haber entendido algunas cosas más temprano. Lamento no poder compartir esta alegría de nuestra hija, que escucharas su risa o me dijeras si de verdad es mi misma cara. Que le sacarás el corazón por la boca a Anabella con cada volada por los aires de Isabella en cada una de tus jugadas. Que ella escuchará tus famosos cuentos de cama, que comenzabas llamándonos pitoquitos.
Lamento no haber sido más paciente cuando a la hora de reparaciones en la bomba de agua se trataba. Discúlpame también por haber destrozado el Lancer de Mari, que con tanto esfuerzo le regalaste, pero del cual estoy seguro tu única preocupación fue si yo estaba intacto.
Pero no todo son lamentos, porque sé que desde arriba ves a nuestra amada, disfrutas cada risa y cada pañal que se cambia. Sé que estás muy alegre de que mi Isabella le ha traído tanta alegría a mamá y que tú como ella están orgullosos de mí y de Ana.
Papi, hoy te recuerdo mas que nunca, al cargar a Isabella y tan sólo espero poder ser aunque sea la mitad de buen padre que siempre fuiste sin esperar nada a cambio. Eres una inspiración en mi vida y un motivo para todos. Por eso estoy tranquilo porque se que después de todo no te has perdido de nada, que has visto todo y de seguro hasta te has reido de algunos de mis cambios de pañales.
Sólo puedo decirte, que te extrañno y te quiero mi querido viejo. Y que esta hermosa Isabella conocerá cada una de tus tremenduras y tu noble cara.
Besos y abrazos eternos, de Isabella, Miguel y Ana.
MQ
Bellisimo Migue! Y aunque no tuve le placer de conocer a tu papa, estoy segura que esta super orgulloso de ti!..
ResponderBorrarPor favor, no sabes como me has hecho reir con tus comentarios alucivos a experiencias en el colegio...la Fliper Beige? que vaina tan comica...y Paquita leyendo los cuentos de Teo? osea no sabes como me has hecho reir..que recuerdos tan increibles, verdad?
Un besote muy grande para los tres.
xoxo.
PS: No hay nada como ser mama/papa! Los hijos son el mejor regalo de Dios y de la vida!